Cuando envejecemos, la reserva celular en nuestro organismo disminuye, sin embargo, es posible contrarrestar este proceso mediante la administración de células madre y exosomas, los cuales dan origen a nuevas células para regenerar los tejidos perdidos o dañados debido al envejecimiento. El protocolo implica una infusión intravenosa (IV) de células madre, adaptada según el peso, la edad y la salud general del paciente, acompañada por una cantidad determinada de exosomas.

Los exosomas son microvesículas extraídas de las membranas de las células madre y son la clave para la interacción celular. Debido a su diminuto tamaño, atraviesan la barrera hematoencefálica y transportan factores de crecimiento, además de biomoléculas antiinflamatorias directamente al cerebro. Dentro del cerebro, los exosomas promueven la comunicación entre las células cerebrales y ponen en marcha mecanismos de protección que se traducen en mejores habilidades cognitivas y motoras. En el resto del cuerpo, los exosomas estimulan y aceleran la reparación de múltiples tejidos, modulando las respuestas inflamatorias
anormales.

Las MSC tienen la capacidad de regular y modular el sistema inmunológico, reduciendo el estado proinflamatorio asociado con el envejecimiento. La reducción en la inflamación disminuye el riesgo de trastornos asociados con la edad, como enfermedades neurodegenerativas y enfermedades cardíacas.